El Alicante dejó notar en exceso su ansiedad, como pronosticaba Javier Beirán la semana pasada. No anduvieron finos en el movimiento de balón ni en el tiro y sólo sobrevivieron por despistes contrarios y la superioridad interior al inicio del encuentro. Jugaron sin fluidez (algo que sí tenían cuando los he visto últimamente) y cometieron muchos errores en ataque y en defensa.
Con esos problemas, el Gran Canaria sólo tuvo que esperar su oportunidad de sentenciar cuando tuvo una racha de tiro buena y pudo correr algo más. Luego dejó escapar -una vez más- una renta importante en los últimos minutos por jugar a marear el balón, abusando del bote y sin agresividad en ataque. No pasó a mayores porque el desempeño defensivo, en esta ocasión, se mantuvo a buen nivel.
Cuestiones tácticas
El Alicante, a diferencia de otros equipos últimamente, casi no dedicó a Carroll especial atención. Sí lo defendió con mucho contacto, utilizando mucho las manos, y creo que fue ese el motivo de que acabara desquiciado. Pero la defensa de equipo del Alicante fue haciendo aguas conforme avanzaba el partido, a pesar de que durante casi todo el segundo tiempo hicieron presión a toda cancha tras anotar.
En esa salida de presión me gustó hoy mucho menos el Gran Canaria que durante el resto de la temporada, ya que se basó bastante más en el bote de bases y escoltas que en los pases.
Lo más sorprendente fue la zona 2-3 del Gran Canaria al término del segundo cuarto, tras tiempo muerto local, que acabó con un triple fallado de Stojic (poniendo de relieve de nuevo que la defensa se benefició de la citada presión por la cercanía del descenso).
En la presión defensiva estuvo bastante activo el Gran Canaria, aunque con los 2x1 contra el base algo más limitados, quizá debido a que la idea principal era proteger el aro después del inicio acertado de los pívots alicantinos. Esa presión, por cierto, se mantuvo durante el tiempo que jugó Alvarado, más intenso y arriesgado en defensa que contra el Gipuzkoa Basket.
Las dificultades del Alicante
Como digo, el Alicante jugó peor de lo que esperaba. Cuando los he visto en la segunda vuelta me han gustado más, con un juego más estructurado. Hoy parecía que Doellman y Heurtel jugaban un partido cada uno y el resto, otro; a Rancik lo encontré bastante cansado y muy flojo en el rebote y a Llompart, muy desacertado en la dirección.
Sobre todo, me sorprendió que fuera un equipo tan poco inteligente; que no buscara las superioridades, los puntos donde podía hacer daño; y que lanzara tantos tiros de 4-6 metros (los menos rentables estadísticamente).
Lo mejor
- Por enésima vez, la contribución colectiva, tanto en defensa como en ataque. El Gran Canaria demostró que Carroll no es imprescindible en la ofensiva de este equipo...al menos, no con equipos de la parte baja.
- Los jugadores de banquillo, sobre todo los aleros. Beirán estuvo, de nuevo, inconmensurable en el rebote, pero esta vez añadió empuje en el contraataque -conduciendo él mismo el balón- y capacidad para terminar cerca del aro; de hecho, suya fue la canasta que decidió el encuentro, tras rebote de ataque. Bramos suplió la aportación anotadora de Jaycee con variedad de recursos y con valentía. También es destacable que la escapada en el marcador ocurrió con Alvarado al mando del equipo.
- La concentración e intensidad defensiva. Tras un primer cuarto frío, los visitantes se pusieron el mono de trabajo, comenzaron a rotar en las ayudas como es habitual y pararon casi siempre los 1x1. Dejó al Alicante en un paupérrimo 38% en tiros de dos y, como viene siendo habitual, menos asistencias que el Gran Canaria.
- Que no se notan las bajas. En realidad es una consecuencia de las cuestiones ya reseñadas (la aportación colectiva, el papel de Alvarado, el esfuerzo colectivo), pero hay pocos ejemplos de equipos que se quedan sin su base y pívot claramente titulares y siga en ese nivel competitivo.
Lo peor
- La calidad del juego -el movimiento del balón, el número de contraataques, el movimiento sin balón- fue peor que habitualmente. Seguro que tuvo que ver la dureza defensiva del Alicante, que utilizó tanto las manos que los árbitros acabaron siendo permisivos, pero aun así esperaba un poco más.
- La pájara final. Ocurrió prácticamente lo mismo que contra el Lagun Aro: el Gran Canaria dejó de jugar. Bellas comenzó a amasar el balón abusando del bote y los ataques comenzaron con 10 segundos de posesión para acabar atropelladamente.
- La actuación de los interiores en el primer tiempo. Rey y Borovnjak estuvieron mucho más blanditos que de costumbre, cediendo rebotes en el aro propio, recuperando tarde en las ayudas y desubicados en defensa en general. Xavi lo corrigió en el segundo tiempo, Dejan, no.
- El desacierto triplista. Aunque no lo veo demasiado importante y es positivo que sin estar muy finos el Gran Canaria gane con relativa facilidad, los dos últimos encuentros se han saldado con un 32 y un 33% en triples. Para enfrentarse a Málaga y Valencia, los insulares sí van a tener que estar más finos desde el triple para competir, porque el nivel físico de ambos rivales les permite apretar mucho más en defensa.
Aludí a la simpleza ofensiva con que jugó el Gran Canaria. Me pareció reconocer en muchos ataques los sistemas del equipo (que veo cada vez más ricos, por cierto), ejecutados con efectividad y sencillez con los jugadores suplentes. Me interesa mucho ver si se mantiene el nivel competitivo en los encuentros venideros sin Carroll tan afinado como en los dos últimos meses. Está en juego la quinta plaza, aunque sea para enfrentarse al campeón de liga.