sábado, marzo 02, 2013

La vocación de Alejandro Martínez


Aguantan multitud de críticas, de los medios y de la afición; son los primeros en caer cuando los resultados van mal y muchas veces los propios jugadores se les ponen en contra. Los entrenadores, guste o no, trabajan por vocación. Los de la ACB y los de conjuntos de base.

Esa vocación la notó Alejandro Martínez cuando tenía 14 años, después de su primera temporada en los banquillos. Seis años después, le llegó su primera oportunidad profesional en el Tenerife de Primera B, como delegado del equipo que entrenaba Moncho Monsalve. Siguió un par de temporadas más, tras ascender a la ACB y recopilar mil anécdotas junto a Alexander Gomelski, y luego tuvo que dejarlo para algo tan lejano como el servicio militar, al mismo tiempo que el conjunto chicharrero volvía a descender.

Pero la vocación, ese afán por entrenar, por enseñar el juego a los jóvenes y conseguir que los veteranos tomen mejores decisiones, llevó a Alejandro Martínez a las canchas de nuevo. Fue en el Colegio Luther King, entrenando en todas las categorías, alejado de los focos y la atención, concentrado en mejorar la técnica individual de sus jugadores.

Cuando en 2004 lo llamaron del CB Canarias para dirigir al conjunto aurinegro en LEB-2, pocos habrían pensado que un técnico llegado de un colegio iba a permanecer nueve temporadas, más de 300 partidos y dos ascensos después, en el mismo banquillo.

Alejandro Martínez es ahora un técnico respetado, elogiado por su apuesta decidida por el juego alegre –un tipo de juego que tiene mucho de adaptación a las características del equipo, quizá tanto como convicción personal. Hoy, resguardado por los éxitos y los resultados, Martínez recibe parabienes de muchos colegas y medios de comunicación, junto a los agradecimientos de los aficionados.

Mientras, su vocación le lleva a entrenar a equipos de niños cada vez que puede, cada semana que no tiene que viajar con el CB Canarias de la ACB, en el mismo colegio en el que se refugió cuando el baloncesto de élite se alejó de su camino.

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