El partido fue un resumen de lo que ha sido este año el Gran Canaria, con sus males y sus aciertos: algunos momentos de defensa intensa, contraataques y acierto exterior combinados con muchas etapas de blandura atrás, falta de iniciativas ofensivas y desacierto en el tiro. Según se han combinado estos elementos, el Gran Canaria ha amarrado algunos partidos o ha regalado otros, en función, también, de la entereza del rival.
No es que el Girona hiciera nada del otro mundo. Es un conjunto previsible, que necesita que Gasol esté en pista y que sus escoltas y aleros (Cvetkovic, San Emeterio y McDonald) estén medianamente acertados para no perder el hilo al partido. Si a eso le sumamos que el Gran Canaria ha tenido toda la temporada muchísimos problemas para parar a jugadores altos y fuertes en el poste bajo, está claro por qué Marc fue el MVP semanal y cómo de devastadora fue su actuación para los de Salva Maldonado.
Eso sí, los amarillos no bajaron los brazos. Lucharon, aunque se equivocaran mucho en ataque y tuvieron muchos despistes en defensa; pero intentaron ganar, a pesar de los murmullos de desaprobación en el pabellón cuando el partido no iba de cara.
No merece la pena pararse mucho a analizar el partido. Si acaso, me gustaría señalar que por primera vez desde que recuerdo, Maldonado se decidió a hacer dos contra uno en el poste bajo, en lugar de limitarse a mandar a Savané a defender a un oponente con clara ventaja física (como pasó con Borchard o incluso con Eley). Esa solución tuvo sus momentos de efectividad, pero también originó canastas fáciles de los exteriores e incluso de los interiores.
Para otro día dejamos el análisis más pormenorizado de la temporada, ése que llevan haciendo hace un par de meses en algunos medios. Está claro que no ha sido un año feliz, porque ha habido más decepciones que alegrías; y me parece que el derrotismo -como constatan los abucheos y murmullos durante el partido- está asaltando a la afición grancanaria, a la que se sigue vendiendo la mentira de que estos años no han sido mejores porque los responsables del club no han querido.
Lo peor
- La relajación defensiva durante tantos minutos. Esta vez, incluso Moran, Mario y Savané estuvieron blanditos y lentos para defender a sus pares y hacer las ayudas. El Girona dio 24 asistencias, lo que da idea de la facilidad para encontrar al compañero desmarcado.
- Ahondando en el punto anterior, el pésimo balance defensivo. El Akasvayu se hinchó a anotar contraataques sin oposición.
- La falta de concentración ofensiva. Parece un poco extraño tras anotar 84 puntos, pero hubo varias pérdidas de balón fruto de malas decisiones y algunos tiros que probablemente habrían entrado de estar más concentrados en el partido.
- La sensación de que se podía haber ganado. Este Girona de Pedro Martínez, tal como está ahora, no supera en mucho al Gran Canaria. Y en la isla, con el público apretando, el Gran Canaria tiene que ganar los partidos contra ese tipo de rivales.
- Las ganas de Roberto Guerra, la muñeca de English -a pesar de su inconstancia- y el pundonor de Savané, los únicos que, a mi juicio, se salvaron ayer.
- El rebote ofensivo del Gran Canaria. Se atraparon 14 rebotes ofensivos, en parte por los malos porcentajes de tiro, que generaron muchas segundas oportunidades (31% de tres, 44% de dos), por 27 defensivo del Giron. Uno de cada tres rechaces, más o menos, fueron a parar a los atacantes amarillos, que no lo aprovecharon suficientemente. Es más, esto originó los citados desajustes en el balance defensivo.
- Haber caído con la cabeza alta ante un rival con una plantilla de más calidad.
Éste el vídeo resumen que prepara la ACB:
No hay comentarios:
Publicar un comentario