Si Trifón Poch y los suyos querían ganar por todos los medios, no lo demostraron. La afirmación de Pablo Malo de Molina ("el Estosa lo intento todo") sólo la puede hacer alguien que no vio el partido. Jugaron sin ánimo, sin tensión, sin un solo grito, sin hacer ninguna presión defensiva a toda cancha, en un partido que fueron perdiendo durante casi todo el tiempo. Algún observador que viera cinco minutos de cualquier tramo del partido podía haber pensado que era un amistoso de pretemporada. Los únicos detalles que mostraban la posición del Etosa eran el ánimo de los jugadores de banquillo y la decisión ofensiva de un Larry Lewis muy aplaudido durante el partido.
Con todo, el primer tiempo fue más tranquilo. Parecía que al Alicante le valía intercambiar canastas y el Gran Canaria jugaba a rachas y defendía poco; era uno de esos partidos que cuando algún equipo aprieta en defensa y pone más agresividad, acaba ganando. Esta vez no fue así, pues tres decisiones arbitrales polémicas -los colegiados estuvieron realmente mal, como tantas veces este año- hicieron despertar al público y esto animó al Gran Canaria, que se distanció hasta 21 puntos (71-50, creo recordar).
Pero el Alicante puso en práctica una zona, no demasiado activa, que de nuevo (y van varias veces esta temporada) se le atragantó al Gran Canaria y se puso a 10 puntos con más de cinco minutos por jugar. Entonces Mario Fernández se fue al banquillo, con bronca de Maldonado incluida, y su sustituto, un entondadísimo Norris, se echó el equipo a la espalda y lo condujo a la victoria. El detalle de Salva de sentarlo a dos minutos para escuchar la ovación fue significativo.
Lo mejor
- Marcus Norris. Como he comentado, su rendimiento ha sido inverso al de la pasada temporada y ha completado un último tercio de liga muy bueno. Si mantiene ese nivel en el play-off junto a Hunter, el DKV Joventut va a sudar para ganar.
- El nivel de los jugadores de banquillo, tanto defensivo como ofensivo. Demostraron que en el Gran Canaria nadie es imprescindible y todos aportan.
- La seriedad y profesionalidad de ganar a un equipo que se jugaba el descenso (aunque no e notara) y lograr 21 victorias en una competición del nivel de la ACB.
- El Etosa, salvando a Larry Lewis. Pareció apático hasta que fue demasiado tarde. Muy apagados todos sus veteranos: Sonko, Lucio y Berni Hernández; y discretos Okulaja, Quincy Lewis y Sundov. A Vasic, que me había gustado en otros partidos, casi no se le vio.
- Trifón Poch. Lo destaco por separado por dos motivos. El primero es la inquina que le tengo desde que pasó por aquí: para mí lo hizo rematadamente mal. El segundo es que si su equipo no tenía intensidad, fue porque no supo transmitírsela ni aunque fuera consciente de que era imprescindible; no ordenó ninguna presión a toda la cancha (¿el riesgo de tener una plantilla tan veterana?), hizo cambios muy muy predecibles y conservadores y sólo pedía tiempo muertos cuando las diferencias pasaban de los 15 puntos.
- Ya casi de broma: que no juegue Freeland. Podía haber sido un buen partido para disputar minutos de competición de verdad, pero quizá Maldonado no quería ser injusto con los rivales del Alicante y prefirió ser honesto poniendo a los habituales, aunque no se jugara casi nada.
La veteranía de sus jugadores es, como digo, un factor; otro es haber seguido apostando por Trifón Poch. Y no son sólo mis prejuicios: el Valladolid y el Menorca, que se salvaron, experimentaron un gran salto de calidad con sus nuevos entrenadores, Imbroda y Ricard Casas.
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