El Gran Canaria no ejerció la opción de renovación que tenía para ampliar el contrato de Víctor Baldo, que dejará la disciplina amarilla a finales de junio. En el habitual y tópico comunicado oficial, el club le agradeció la "entrega, el comportamiento y la profesionalidad" del argentino, que cumplió esta temporada su quinta campaña en la isla.
La ficha oficial de Baldo dice que se trata de un ala-pívot de 2 metros justos, nacido en 1977 (es decir, con 31 años). Un vistazo rápido a una rueda de calentamiento permite apreciar que se trata de un jugador poco atlético y nada rápido. Sólo con el balón en juego se adivina por qué un jugador de estas carencias juega en la ACB: Baldo es duro, muy duro, defendiendo, tremendamente intenso y muy listo para meter las manos a robar el balón. En ataque también saca partido de su inteligencia: aprovecha que es más rápido que algunos pívots altos, juega bien sin balón y ha desarrollado un tiro exterior que, sin ser muy regular, puede hacer daño. En suma, es de esos jugadores que demuestran que al baloncesto se juega más con la cabeza que con los músculos, por mucho que haya tantos jugadores en la NBA empeñados en lo contrario.
Con todo, la importancia de Baldo en el Gran Canaria ha ido disminuyendo cada temporada, hasta llegar a su punto más bajo en la temporada recién acabada, tal como muestran las estadísticas. No es el mismo jugador que llegó: la lucha e intensidad que derrochaba la sigue teniendo, pero ha desarrollado más recursos. Si en la temporada 2003/2004 todo su juego era interior y sólo intentó 6 triples -tan sólo uno anotado- por 127 tiros de dos, en las dos últimas ha tirado casi lo mismo desde más allá de los 6,25 que de dentro del arco. Y en el 2007/2008, además, registró un excelente 42% de acierto.
Este último año dejó de jugar en varios partidos por motivos técnicos, eclipsado en parte por la eclosión -aunque sea parcial- de Freeland. De hecho, un dato sintomático de la escasa confianza en el argentino es la llegada de Canner-Medley con la temporada comenzada. Quizá la escasa relevancia de Baldo tenga que ver con el crecimiento del Gran Canaria y no se pueda gastar un puesto de cuarto pívot en alguien como el argentino, especialmente si se quiere hacer hueco como quinto jugador interior a un valor de la cantera (¿Mbao? ¿Van Wijk?). Y quizá a eso haya que sumarle que Maldonado busca otro tipo de jugadores para el equipo.
Lo que es seguro es que Baldo tiene un hueco en la ACB -al menos este año- por su cabeza y carácter. Y que la afición del Gran Canaria lo aplaudirá con cariño cuando vuelva al CID.
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