Evidentemente, perdió, y esta vez con facilidad (91-70). El equipo empieza a dar muestras de desquiciamiento. Al contrario que con el Madrid, bajó los brazos y dejó que el Girona pasara de los 90 puntos sin hacer un encuentro brillante. Con tanto fallo, el Gran Canaria se esforzó en el rebote ofensivo y llegó a los 20, pero su desacierto en el tiro hizo imposible la remontada (fue todo el partido por debajo).
Sólo Hunter y Vroman parecían tener ganas de ganar. Para colmo, Savané se lesionó en el tercer cuarto y no jugó, aunque tal como iba el partido, quizá fuera que Maldonado quiso reservarlo.
Lo mejor
- La lucha por el rebote ofensivo.
- La defensa del primer tiempo, que dejó al Girona en 37 puntos.
- La intensidad y acierto ofensivo de Vroman y las ganas de Hunter de arreglar la situación (aunque sin mucho tino).
- El juego exterior. No fueron sólo los triples, los bases y aleros jugaron muy mal todos, entrando a canasta sin convicción y de modo inoportuno.
- La desidia mostrada en el último cuarto, en que se jugó al tran-tran esperando el final del partido.
- Marcus Norris. El año pasado ya se veía que no era un base con mucho afán ni habilidad de dirigir al equipo, pero acertaba al tirar, y al Gran Canaria le venía muy bien ante la falta de referentes ofensivos exteriores. Casi divide entre dos su valoración (10 el año pasado por 5,5 esta temporada) respecto a la campaña pasada y empeora sus porcentajes de tiro por bastante, hasta el 25% de tres y 42% de dos. La mayoría de los aficionados -que tuviron que rendirse a la evidencia la temporada anterior- se lamentan de que el Gran Canaria no lo vendiera el año pasado.
- Roberto Guerra. Desastroso, sin ánimo ni acierto, blando en defensa y nulo en ataque. Sinceramente, entre lo que mal que estuvo y lo poco que jugó, me pareció que debía tenr problemas físicos.
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