Leyendo un artículo de Pepe Laso, que reivindica la importancia del juego individual -sobre todo en ataque-, pienso que esa es una de las cuestiones que más están lastrando al Gran Canaria. No seré ventajista: esa carencia la tiene desde hace años. Pero probablemente sea porque el juego en equipo llega hasta un puncto y el talento individual sea decisivo.
Desde la segunda anotación en este blog, allá por marzo de 2006, escribí que la búsqueda de un jugadro resolutivo, que sepa crear sus propios tiros y acierte cuando es más necesario, es lo que ha provocado los cambios de extranjeros en la plantilla del Gran Canaria. Winston y Hunter, en principio, son más resolutivos y creativos de lo que eran Harrington y Simmons, aun cuando éstos daban la impresión de ser más sólidos en otros aspectos del juego.
Sin embargo, a la espera de lo que ocurra con Hunter -ya comenté que soy pesimista-, creo que ninguno de estos cambios ha encontrado lo que buscaba. Los resultados no se han resentido, pero precisamente porque la fuerza del grupo atenúa los cambios. Un grupo que, por cierto, sí se ha resentido, por lo visto hasta el momento, de la falta de un base con criterio y realmente organizador como Gonzalo Martínez, que está haciendo una muy buena temporada en Estudiantes.
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