Carlos Cazorla

Durante el primer tiempo del Gran Canaria-Vive Menorca que terminó 91-76 pensé que debía escribir algo sobre Carlos Cazorla. Luego jugó menos y no tuvo mucha trascendencia en el juego. Pero me acordé al leer la crónica que escribió Armando.

En los dos primeros cuartos, Cazorla anotó dos canastas de dos. La primera fue en ataque estático, leyendo perfectamente que la defensa individual de English es, con mucho, la peor del Gran Canaria. Penetró y anotó con elegancia una bandeja frontal. Poco después, cuando empezó a defender a English en el 1x1, y en la primera vez que éste encaraba botando, le provocó una pérdida de balón. Poco después, Cazorla seguía defendiendo a English cuando en el lado contrario, Guerra y Savané completaron un 2x2 que culminó el senegalés con un mate estratosférico. tras el siguiente ataque, Cazorla se disculpó a los dos jugadores que defendieron -tan mal- a Savané y Guerra y al banquillo, asumiendo su culpa por no haber hecho la ayuda a tiempo.

Fueron tres gestos, tres detalles, pero me acordé enormemente del artículo que Antonio Rodríguez escribió sobre la pretemporada del ViveMenorca. En el texto, que no tiene desperdicio, Rodríguez explica que uno de los ayudantes de Casas le había señalado que en la Copa ULEB la intensidad era mucho menor que en la ACB. Era una anécdota para ilustrar el problema que tenía Marc Fernández -un novato en la liga- en el entrenamiento, en el que Ricard Casas le decía que tenía que recibir a seis o siete metros del aro, no a nueve, como estaba ocurriendo. El texto que sigue lo copia tal cual:

"Lo bueno que tiene Marc esta campaña, es contar con un compañero como Carlos Cazorla. ¿A que todos los aficionados nos hemos preguntado cómo este jugador ha aguantado tantos años en ACB y cómo aún se mantiene, cuando su protagonismo en ataque nunca fue destacable? Los comentaristas televisivos lo solemos dejar en un escueto “es un buen defensor”. Reconozco que Cazorla es el jugador que más me ha impresionado de todos. Su concentración y su dureza –a cada momento del entrenamiento-, está al nivel de la exigencia que se le demanda… incluida la de Ricard Casas. Ni un mínimo fallo, ni un renuncio en nada, nunca especulando con el esfuerzo. Palmadas, palabras de ánimo a los más jóvenes. Hacer equipo en todo momento. Ejemplo de lo que se pretende hacer, del ejercicio a seguir, de mantener con su aplauso el ritmo, y sobre todo la ilusión por lo que se hace. Sólo al final, cuando todo ha terminado, estirando, resopla y con mirada cómplice, confiesa: “estoy muerto”. Un lujo."

Descubrir un jugador que entiende tan bien el juego y está por encima de sus carencias técnicas siempre me llama la atención. Si tuviera buen tiro de tres o cinco centrímetros más, Cazorla hubiera jugado en la Selección Española y habría hecho carrera en un equipo grande, igual que Rodrigo de la Fuente la hizo en el Barcelona.