Igual que pasó el año pasado, el Gran Canaria vuelve a aprovechar el bajo nivel -en comparación con la ACB- de sus rivales en la Copa ULEB para mejorar su juego y ganar autoconfianza. El martes fue el Ludwigsburg alemán el que sirvió como bálsamo (89-73)y permitió que los jugadores olvidados por Maldonado se reivindicasen.
Con todo, para ser justos hay quye aclarar que el partido no fue fácil y que sólo en el último cuarto se distanciaron los amarillos. De hecho, los 16 puntos finales -buena noticia para la posible clasificación a la siguiente fase- fueron la máxima renta de los amarillos, tras un arreón defensivo final culminado con un par de mates de Roberto Guerra y Sergio Pérez.
Al tercer cuarto, el resultado era 64-58. Entonces, Pérez y Freeland parecieron darse cuenta de que tenían su oportunidad y la aprovecharon. Tres triples del alero contra la zona alemana (¿hubiera sido una buena solución contra el Tau?) y dos mates llenos de rabia del ala-pívot inglés, además de un fortalecimiento de la defensa propiciado por el cambio de Roberto Guerra (también muy bien en ataque) en lugar de un gris Carl English.
En el equipo germano había muchos jugadores negros, alguno de ellos con bastante estilo en sus suspensiones, pero ninguno muy consistente. Sus interiores eran realmente malos, sólo el brasileño Ferreira era realmente pívot; el resto sólo jugaba por fuera (y cuando se acercaron, sufrieron a un inconmensurable Savané: 5 tapones) y sufría para defender a Freeland y Savané. Quizá por eso defendieron bastante tiempo en zona 2-3. El que sí destacó fue su escolta americano Brandon Woudstra, con gran manejo de balón y buen tiro.
En anteriores temporadas, la ULEB sirvió para poner a punto al equipo, sobre todo en los partidos como locales. A ver si en esta ocasión tiene la misma utilidad, aunque luego no se alcancen las siguientes rondas.
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