Con una mejora sustancia en el triple, buen movimiento de balón y unos minutos espectaculares de Sergio Pérez en el segundo cuarto, el Gran Canaria se fue al descanso con 46-37, su mejor anotación a esas alturas en toda la temporada. Hasta ese momento, sólo la facilidad de Marko Tomas para anotar o forzar faltas parecía amenazar la defensa del Gran Canaria.
Pero el Fuenlabrada remontó gracias a su consistencia, experiencia y capacidad para hacer valer sus puntos fuertes y esconder los débiles. Los de Casimiro son un buen equipo, con mejor plantilla que el año pasado -aún le falta Saúl Blanco- y que no hace locuras. Muy similar al Gran Canaria, tanto en filosofía de juego como en nivel de calidad, en mi opinión. Quizá el equipo insular tenga mejor nivel en el banquillo (sobre todo desde que no juega Nesovic) y aguante mejor las rotaciones, especialmente cuando Sergio Pérez y Roberto Guerra aportan tanto o más que Moran y English, como sucedió ayer.
En el último cuarto salió a relucir el coraje del equipo, el excelente nivel defensivo en todas las líneas ya mostrado el año pasado y las ganas de correr el contraataque, aunque todavía falte un finalizador más consistente. También la experiencia de David, que empezó a buscar protagonismo y sacó varias faltas, y la calidad de Norris, quien anotó un 3+1 que sirvió para sentenciar el partido. Y por supuesto, el ánimo del público, que espoleó al equipo irritado por el arbitraje, pésimo toda la noche (y ligeramente casero, por otro lado: estuvo compensando una estúpida técnica a English en el segundo cuarto durante el resto del encuentro).
Antes de empezar tenía dudas sobre cómo iba a defender el Gran Canaria a los dos pívots del Fuenlabrada, superiores en músculo y centímetros. Pero PJ Ramos, que hizo un buen partido, da la impresión de estar algo blandito -todavía tiene 22 años- y Massie lo aprovechó en el primer cuarto. Wideman es más irregular cada año y sólo sirvió como aperitivo (por la hora) para Savané, que desbarató tres ataques seguidos en el último cuarto.
Lo mejor
- La defensa del Gran Canaria, especialmente en el primer y último cuarto.
- El afán de correr en contraataque. Mario Fernández a veces se pasa de prudente y Marcus Norris, de alocado, pero los equipos que defienden tan bien como el Gran Canaria deben intentar rentabilizar los balones recuperados y los rebotes en defensa.
- La aportación de los aleros de banquillo, Sergio Pérez y Roberto Guerra. El canterano subió la intensidad defensiva y ayudó en ataque cuando salió en el primer cuarto, mientras que el alero de madre griega dio un recital de tiro (2/3 de dos, 4/6 de tres) para conseguir 17 puntos en 17 minutos.
- El acierto triplista, con 11 canastas desde 6,25, récord de esta temporada. El porcentaje también fue bueno, 39%.
- La falta de brío tras el descanso. Los nueve puntos de renta se quedaron en dos en un par de minutos, con un ataque nulo.
- La racha negativa en ataque de Savané y Moran durante los últimos partidos. No es que estén fallones, es que ni siquiera lo intentan. Y sin el senegalés (6 puntos contra el Tau, 8 contra el Valladolid y 4 contra el Fuenlabrada), el equipo carece de referencias interiores.
- El arbitraje. Ya digo que posiblemente fallaran más veces a favor del Gran Canaria, pero con tantos errores y decisiones idiotas, es casi anecdótico.
- La lesión de Baldo, que encima estaba haciendo un buen partido, con siete puntos sin fallo, tres rebotes y nueve de valoración en menos de siete minutos. Otra oportunidad para Freeland, que estuvo de nuevo nervioso y poco participativo el domingo.
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