Después de la derrota en Granada (76-63) -con las preocupantes rachas nefastas en ataques-, victoria ante el Barcelona en el Centro Insular (67-64). Y después, la consecuente euforia en medios de comunicación y público. Mi lectura es bastante más negativa, por mucho que reconozca el mérito del triunfo.
A falta de aproximadamente 3.30, el Gran Canaria ganaba 63-54. Sin embargo, Williams llegó a tirar un triple para empatar y casi lo mete. En esos últimos instantes, el Gran Canaria desperdició varios ataques, defendió con poca inteligencia (con 4,5 segundos y saque de fondo rival, nadie hace falta para que no anoten un triple) y, lo que es peor, sufrió el miedo a ganar. Me parece un precedente peligrosísimo ante la llegada de los 'play-off'.
Sin Savané pletórico, a pesar de enfrentarse a un Barcelona muy errático (con la mismo falta de acierto ganó en Málaga, pero allí no tenían enfrente a un jugador interior tan consistente, porque Santiago se carga de faltas en seguida), el Gran Canaria se hubiera quedado por debajo de los 60 puntos. En el lado bueno, además de la estupenda defensa colectiva, que todos los jugadores que saltaron a la chanca anotaron...excepto Klein, que jugó casi ocho minutos y no tiró.
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